A consecuencia de [nuestra] primera aventura editorial, decidimos Emilio Prados y yo asociarnos como impresores. Designamos a Antonio Chávez como regente y así fue cómo nació la Imprenta Sur, que todavía subsiste y en donde actualmente, treinta años más tarde, se publica la revista malagueña Caracola. En la Imprenta Sur se publicaron los primeros romances gitanos de Federico García Lorca. Las primeras canciones de Rafael Alberti, los primeros libros de Vicente Aleixandre y de Luis Cernuda y poemas de Unamuno, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Pedro Salinas, Jorge Guillén y Gerardo Diego. También Emilio Prados y yo publicamos nuestros libros. Es curioso hacer notar que los poetas que formaron mi generación y que figuran desde hace tiempo juntos en multitud de antologías, fueron casi todos amigos de la infancia y tuvieron en Málaga ocasión de convivir, sin sospechar la obra en común en que participarían en el futuro.
Emilio Prados y Vicente Aleixandre estudiaron en el mismo colegio las primeras letras. Rafael Alberti, sobrino del cura de la parroquia de San Juan de Málaga, jugaba de niño con mi hermano mayor en mi casa. Federico García Lorca veraneaba todos los años en el hotel Hernán Cortés, situado enfrente de la casa de mi abuela en la caleta y muchos días pasaba a recogerme para que tomáramos el baño de mar juntos. Quien nos reunía a todos en nuestra juventud era José María Hinojosa, que por tener automóvil en él nos paseaba, llevándonos al campo. Unas veces a sus fincas y otras veces a lugares pintorescos de nuestra provincia. En esos paseos, Federico recitaba versos que luego formaron parte de sus libros y otras composiciones no menos hermosas que se perdieron para siempre.
Emilio Prados y Vicente Aleixandre estudiaron en el mismo colegio las primeras letras. Rafael Alberti, sobrino del cura de la parroquia de San Juan de Málaga, jugaba de niño con mi hermano mayor en mi casa. Federico García Lorca veraneaba todos los años en el hotel Hernán Cortés, situado enfrente de la casa de mi abuela en la caleta y muchos días pasaba a recogerme para que tomáramos el baño de mar juntos. Quien nos reunía a todos en nuestra juventud era José María Hinojosa, que por tener automóvil en él nos paseaba, llevándonos al campo. Unas veces a sus fincas y otras veces a lugares pintorescos de nuestra provincia. En esos paseos, Federico recitaba versos que luego formaron parte de sus libros y otras composiciones no menos hermosas que se perdieron para siempre.
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